Adrover



   Nunca antes había escrito sobre mi obra, ni la pintura que realizo o la pintura en general.
    He realizado cinco exposiciones individuales hasta ahora, y he leído y visto bastante pintura, y aún así no me había atrevido a hacerlo.

   Recuerdo que dibujar y pintar era mi actividad preferida en mis primeros años de tareas escolares y que hurtaba todo el tiempo posible al deber de copiar la lección escrita, que seguramente en la pedagogía de Don Rafael, aquel maestro a cuya academia acudían todos las chicas y muchachos del barrio cuando no contaba más de cinco años, debía ser el mejor modo de desarrollarnos en el aprendizaje de la lectura y escritura.
   Era ésta una tarea tediosa y nada creativa que no representaba para mí ni reto ni diversión alguna. En cambio, podía dedicar sesiones enteras a embellecer con dibujos y colores el encabezamiento de la copia de cualquiera de aquellas lecciones de ese famoso libro que era “Mi Enciclopedia”....
 
    Es curioso, que sea ésta la imagen que acude a mi mente cuando me propongo escribir ésta breve presentación de mi obra, porque pronto llegué a ser maestro, carrera que sigo ejerciendo con entusiasmo, por un lado, y aunque mi acceso al mundo de la pintura tuvo lugar mucho más tarde, hoy me siento de lleno embarcado en ésta hermosa y emocionante aventura que es la búsqueda del propio lenguaje artístico, con lo cual ambas actividades siguen poderosamente presentes en mi vida.

   Apenas recuerdo los nombres de mis profesores en mi época de formación artística, unos años duros en los que su entusiasmo me ayudó a seguir y me ayudó a no sentirme fuera de lugar.
   Cuando adquirí los rudimentos imprescindibles comencé a dar mis primeros pasos por mí mismo: Cada obstáculo, una batalla; cada logro, una emoción y así hasta llegar aquí.

    En realidad mis maestros han sido los grandes artístas del pasado. Tal cómo me dijo en cierta ocasión Xavier de Rubercy, crítico francés, mi pintura recuerda a Monet y a Sorolla. Con Lucian Freud, Francis Bacon  y Velázquez constituyen mi modelo a seguir en este momento. Realmente mi preocupación es la luz, el color, la pincelada, la expresión y la relación con el espectador.

   Como el Hortelano, pintor, y A. Jodorowsky, psicomago, como le gusta presentarse, opino que la pintura, y el Arte en general,  sanan, si son auténticos,. conectando con una parte del alma y el inconsciente y alimentando el espíritu, descubriéndonos nuevos medios que apenas imaginamos, pero que nos conmueven íntimamente en una parte de nuestro ser a la que difícilmente se llega por otros caminos.
    La tecnología y los artistas de las nuevas generaciones los han diversificado de tal modo que fácilmente nos sentimos confundidos o estafados, cuando no excluidos, pero nos descubren que cada uno ha de recorrer su propio camino. Cuando ésto se nos revela, se produce una transformación tan potente que puede cambiarnos la vida, la comprensión del mundo y de los demás. Entonces es cuando más necesitados estamos del arte, que nos alegra  tan íntimamente porque nos ayuda a descubrir la verdad, dentro y fuera de nosotros mismos.

   He elegido el paisaje, como tema.
   Poco antes de la adolescencia me convertí en miope. Los miopes vemos muy bien de cerca, pero ese límite que establece la frontera entre lo que se ve bien y lo que se ve borroso, el mundo conocido y el desconocido, el que dominamos a distancia y el que necesitamos explorar, se fue acentuando con el tiempo. De ese modo todo aquello que se hallaba más allá de un metro de mi persona se presentaba borroso, luego fue medio metro, hoy no sobrepasa el palmo. Acostumbrado, de natural, a no ver bién más allá de mi espacio personal, conocer lo que me rodeaba, especialmente a las personas, fue una tarea gradual. y una aventura comprender las emociones contenidas en sus miradas.

    El paisaje no te mira, entre otras cosas porque tú mismo formas parte de él y al mismo tiempo ofrece todas las posibilidades de expresión, forma y color que podamos imaginar y existe una larga tradición que le ha hecho alcanzar su plenitud en las últimas décadas.

   Mi intención  es explorar ese camino sin renunciar al retrato, tan querido, el bodegón y hasta la abstracción, a la cual llegaré por evolución natural o no llegaré. No tiene importancia. Nuestro querido Horacio Silva dijo ya públicamente que podría ser igualmente feliz pintando paisajes.

   No considero ningún material, tema o técnica superior a otro, aunque en el caso de la reproducción de imágenes reconozco, por razones obvias, que el original es anterior a la copia y aunque sea la imagen la que produce nuestra admiración, el fetichismo nunca nos deja indiferentes, mientras que la copia nos hace participar, ¿más allá del Arte?, en el sentimiento de grupo, estimulando la comunicación social y la educación artística, como bien sabe nuestro estimado Ricard Huerta, de la Universidad de Valencia.
   En el arte digital, parece no tener sentido las copias, todo son originales. Es el máximo exponente del arte para todos. Nos abre las puertas de la concepción, como antes lo hiciera el pop con la percepción. Pero en cualquier obra artística, concepción y percepción se hallan intrínsecamente unidos,  aunque cabría preguntarse si en el arte digital electrones y demás partículas son los mismos, si hemos de tener en cuenta la física cuántica, lo cual  da que pensar, mirando con los ojos de la ciencia,  respecto a la cuestión del original.

   Con todo,  y teniendo en cuenta mi admiración por el desarrollo tecnológico, prefiero la técnica del óleo sobre tela, sin renunciar por ello al divertido proceso de explorar y desarrollar mi obra con otros materiales y por otros medios, especialmente los que ponen a nuestro alcance la tecnología moderna, como hace David Hockney, el Ars Electrónica Future-Lab o el noruergo Marius Wat o los artistas urbanos Banksy, Space Invader o Mr Brainwash (Thierry Guetta), sobre los que la recomendable película ""Exit through the gift shop" ( http://www.youtube.com/watch?v=sWq_Buwlobc  ) da buena cuenta de su historia, pues concepción y percepción funcionan si van de la mano, una tradición que está presente en el arte desde el primer momento. De modo que, obviando consideraciones mercantiles, sigo la tradición de los antiguos maestros, realizando, de momento, mis obras en óleo sobre tela, tal y como aquí las presento, tratando de expresar el gozo por la luz y el paisaje que compartimos

                                         Jose Luís Adrover Serván.



    



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